¿MEMORIA O HISTORIA?
La petición de Arturo Larrabure de que se declare crimen de lesa humanidad el asesinato de su padre, ha abierto un debate que la sociedad argentina debe inexorablemente librar para saldar con equidad y justicia las dolorosas heridas de la década del setenta.
Un sofisma ha sido severamente cuestionado: aquel que sostiene que un crimen de esa índole puede sólo ser cometido por agentes estatales.
La falsedad de la premisa que coloca al componente estatal por encima del sagrado valor de la vida ha quedado al desnudo. Hemos probado que la más moderna doctrina y jurisprudencia internacional no duda respecto a que un crimen de ese tipo puede también ser cometido por una organización terrorista. La humanidad es la víctima, sin importar quien aprieta el gatillo.
El carácter universal e indivisible de los derechos humanos implica que significan lo mismo para todos; no hay, para los enemigos, un derecho a la vida a medias.
¿Qué necesitamos para que exista verdaderamente un “Nunca Más”? ¿Memoria o historia?, es la pregunta a debatir.
La memoria, en su afán de crear un pasado imaginario, oculta el crimen del Cnel Argentino del Valle Larrabure. Le resulta difícil explicar por qué “jóvenes idealistas empeñados tan sólo en crear un mundo mejor”, lo secuestraron, torturaron y terminaron ahorcándolo luego de 372 días de infrahumano cautiverio, cuando no cedió a su extorsión de que les fabricara explosivos.
La historia, nos invita a detenernos en el cadáver de este hombre flagelado, con 47 kilos menos, preguntándonos qué hubiéramos pensado si se tratara de nuestro propio padre.
La memoria afirma que no hay ninguna posibilidad de que se declare crimen de lesa humanidad los hechos cometidos por la guerrilla, sencillamente porque no fueron cometidos desde el Estado, ni medió de parte de los Poderes del Estado instigación, o consentimiento a sus sangrientas prácticas.
La historia los desmiente, exhumando voces oídas en el debate de la ley de amnistía de l973 que demuestran que desde el Poder Legislativo – e igualmente desde el Poder Ejecutivo - medió incitación y consentimiento a las prácticas violentas. Como evidencia de la relación de causalidad existente entre la irresponsabilidad de los legisladores y la escalada de violencia, cita los siguientes testimonios escuchados en la Cámara de Diputados el 24 y 25.1.74:
“Cuando dictamos las leyes (amnistía, derogaciones de normas, supresión de la Cámara Federal en lo Penal) quisimos efectuar un acto de justicia con los guerrilleros y combatientes populares, muchos de ellos verdaderamente héroes y mártires. Pero un grupo...ha seguido ejecutando los mismos actos de violencia que antes: siguen las bombas, los atentados a las instituciones, la tenencia de armas de guerra, los secuestros, los asaltos. Tales actos de violencia van ahora dirigidos, no contra la tiranía, como antes, sino contra el Estado de derecho republicano “(Diputado Porto)
“Ésta Cámara, en aquella oportunidad, aprobó la derogación de las leyes represivas presionada por las manifestaciones callejeras alentadas por quienes habían triunfado en las elecciones de marzo y abril pasado; manifestaciones que integraban seguramente buena parte de las fuerzas que hoy están colocadas en la subversión...
Cabe preguntarse por qué hoy, después de casi un año de gobierno popular, subsiste, aun agravada, la violencia, que todos repudiamos...vemos que nuestro país se ha transformado en una nación en la que los hombres no pueden tener cuando salen de su casa para ir a trabajar y ganarse la vida, la seguridad de que volverán a ella enteros para reunirse con sus familiares”(Diputado Monsalve).-
La memoria oculta la responsabilidad del estado cubano incentivando la propagación de focos revolucionarios en América Latina.
La historia convoca a analizar el Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, que despoja a Ernesto Guevara de su máscara romántica, revelando el rostro de un hombre que inculcó en los jóvenes argentinos “el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.”
La memoria alega que combatían contra las dictaduras militares. La historia los rebate preguntándoles por qué durante un gobierno constitucional que lograra el 62 % de los votos, asesinaron a Rucci; (11.8.73), a Mor Roig (15.7.74), al Capitán Viola y su hijita de tan sólo tres años (1.12.74), a Ibárzabal, a Sacheri, a Nilida Cazaux de Gay, a Larraubre, y a tantos otros; asaltaron cuarteles y generaron un marco tal de terror que el propio Congreso se vio obligado a reimplantar la legislación derogada.
La memoria argumenta que no hubo un ataque sistemático a la población civil. La historia muestra una realidad absolutamente diferente regada por la sangre de 1098 víctimas asesinadas por la guerrilla, de las cuales 321 fueron civiles.
La memoria niega la existencia de una guerra. La historia lee la sentencia de la Cámara Federal en el juicio a los comandantes, donde se reconociera que el país vivió una guerra revolucionaria.
La memoria argumenta que la causa Larrabure ha prescripto por tratarse de un delito común; la historia, con las Convenciones Internacionales en la mano, corrobora que la acción no ha prescripto, por cuanto los miembros de las fuerzas armadas que hayan sido secuestrados o detenidos merecen el mismo trato humanitario que la población civil. Luego el asesinato de Larrabure es imprescriptible, como crimen de lesa humanidad o como crimen de guerra.
La memoria propaga el odio y la venganza; la historia, rescatando el sagrado valor de la vida, convoca a la unión nacional.
En síntesis: la memoria exige a jueces y fiscales ignorar las lecciones del pasado, juzgando tan solo a algunos; la historia les reclama asumirlas con coraje, juzgando a todos, más aún cuando entre las señales del presente se encuentra la voz de Hebe de Bonafini, que así arenga a los jóvenes:
“…cuando hablamos de socialismo, hablamos de socialismo revolucionario, no de un socialismo de partido, para ir atrás de todos estos bandidos que se están uniendo, juntando, rejuntando…;;…desde l986 venimos hablando de revolución, de marxismo…primero más tímidamente y después ya más “lanzadas”…¡SOCIALISMO O MUERTE! Es una consigna que cada vez me gusta más, porque cada vez es más cierta: si no hay socialismo, hay muerte ¡de verdad! Por hambre, por desocupación, por fusilamientos, ¡por lo que venga…Tal vez el otro paso luego sea ¡PATRIA O MUERTE”, pero primero creo que tenemos que empezar a levantar ésta.
Cuesta. Duele. La gente dice: “ay, pero las armas…¡Caramba!, con zapallitos no vamos a poder hacer la revolución…
No sé cuanto tiempo va a pasar hasta que la revolución sea verdad.
¡Pero nos tenemos que hacer revolucionarios!..¡A prepararnos para ser revolucionarios, a prepararnos para armar el socialismo, a prepararnos para hablar de combate! Y a prepararnos, también, para usar las armas si alguna vez es necesario”[1]
Dr. Javier Vigo Leguizamón
Apoderado de Arturo Larrabure
[1] 17. Discurso pronunciado por la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe Pastor de Bonafini, en ocasión de dar la clase pública “Cuba y Socialismo”, dictada en la Universidad Popular de las Madres el año 2002
La petición de Arturo Larrabure de que se declare crimen de lesa humanidad el asesinato de su padre, ha abierto un debate que la sociedad argentina debe inexorablemente librar para saldar con equidad y justicia las dolorosas heridas de la década del setenta.
Un sofisma ha sido severamente cuestionado: aquel que sostiene que un crimen de esa índole puede sólo ser cometido por agentes estatales.
La falsedad de la premisa que coloca al componente estatal por encima del sagrado valor de la vida ha quedado al desnudo. Hemos probado que la más moderna doctrina y jurisprudencia internacional no duda respecto a que un crimen de ese tipo puede también ser cometido por una organización terrorista. La humanidad es la víctima, sin importar quien aprieta el gatillo.
El carácter universal e indivisible de los derechos humanos implica que significan lo mismo para todos; no hay, para los enemigos, un derecho a la vida a medias.
¿Qué necesitamos para que exista verdaderamente un “Nunca Más”? ¿Memoria o historia?, es la pregunta a debatir.
La memoria, en su afán de crear un pasado imaginario, oculta el crimen del Cnel Argentino del Valle Larrabure. Le resulta difícil explicar por qué “jóvenes idealistas empeñados tan sólo en crear un mundo mejor”, lo secuestraron, torturaron y terminaron ahorcándolo luego de 372 días de infrahumano cautiverio, cuando no cedió a su extorsión de que les fabricara explosivos.
La historia, nos invita a detenernos en el cadáver de este hombre flagelado, con 47 kilos menos, preguntándonos qué hubiéramos pensado si se tratara de nuestro propio padre.
La memoria afirma que no hay ninguna posibilidad de que se declare crimen de lesa humanidad los hechos cometidos por la guerrilla, sencillamente porque no fueron cometidos desde el Estado, ni medió de parte de los Poderes del Estado instigación, o consentimiento a sus sangrientas prácticas.
La historia los desmiente, exhumando voces oídas en el debate de la ley de amnistía de l973 que demuestran que desde el Poder Legislativo – e igualmente desde el Poder Ejecutivo - medió incitación y consentimiento a las prácticas violentas. Como evidencia de la relación de causalidad existente entre la irresponsabilidad de los legisladores y la escalada de violencia, cita los siguientes testimonios escuchados en la Cámara de Diputados el 24 y 25.1.74:
“Cuando dictamos las leyes (amnistía, derogaciones de normas, supresión de la Cámara Federal en lo Penal) quisimos efectuar un acto de justicia con los guerrilleros y combatientes populares, muchos de ellos verdaderamente héroes y mártires. Pero un grupo...ha seguido ejecutando los mismos actos de violencia que antes: siguen las bombas, los atentados a las instituciones, la tenencia de armas de guerra, los secuestros, los asaltos. Tales actos de violencia van ahora dirigidos, no contra la tiranía, como antes, sino contra el Estado de derecho republicano “(Diputado Porto)
“Ésta Cámara, en aquella oportunidad, aprobó la derogación de las leyes represivas presionada por las manifestaciones callejeras alentadas por quienes habían triunfado en las elecciones de marzo y abril pasado; manifestaciones que integraban seguramente buena parte de las fuerzas que hoy están colocadas en la subversión...
Cabe preguntarse por qué hoy, después de casi un año de gobierno popular, subsiste, aun agravada, la violencia, que todos repudiamos...vemos que nuestro país se ha transformado en una nación en la que los hombres no pueden tener cuando salen de su casa para ir a trabajar y ganarse la vida, la seguridad de que volverán a ella enteros para reunirse con sus familiares”(Diputado Monsalve).-
La memoria oculta la responsabilidad del estado cubano incentivando la propagación de focos revolucionarios en América Latina.
La historia convoca a analizar el Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, que despoja a Ernesto Guevara de su máscara romántica, revelando el rostro de un hombre que inculcó en los jóvenes argentinos “el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.”
La memoria alega que combatían contra las dictaduras militares. La historia los rebate preguntándoles por qué durante un gobierno constitucional que lograra el 62 % de los votos, asesinaron a Rucci; (11.8.73), a Mor Roig (15.7.74), al Capitán Viola y su hijita de tan sólo tres años (1.12.74), a Ibárzabal, a Sacheri, a Nilida Cazaux de Gay, a Larraubre, y a tantos otros; asaltaron cuarteles y generaron un marco tal de terror que el propio Congreso se vio obligado a reimplantar la legislación derogada.
La memoria argumenta que no hubo un ataque sistemático a la población civil. La historia muestra una realidad absolutamente diferente regada por la sangre de 1098 víctimas asesinadas por la guerrilla, de las cuales 321 fueron civiles.
La memoria niega la existencia de una guerra. La historia lee la sentencia de la Cámara Federal en el juicio a los comandantes, donde se reconociera que el país vivió una guerra revolucionaria.
La memoria argumenta que la causa Larrabure ha prescripto por tratarse de un delito común; la historia, con las Convenciones Internacionales en la mano, corrobora que la acción no ha prescripto, por cuanto los miembros de las fuerzas armadas que hayan sido secuestrados o detenidos merecen el mismo trato humanitario que la población civil. Luego el asesinato de Larrabure es imprescriptible, como crimen de lesa humanidad o como crimen de guerra.
La memoria propaga el odio y la venganza; la historia, rescatando el sagrado valor de la vida, convoca a la unión nacional.
En síntesis: la memoria exige a jueces y fiscales ignorar las lecciones del pasado, juzgando tan solo a algunos; la historia les reclama asumirlas con coraje, juzgando a todos, más aún cuando entre las señales del presente se encuentra la voz de Hebe de Bonafini, que así arenga a los jóvenes:
“…cuando hablamos de socialismo, hablamos de socialismo revolucionario, no de un socialismo de partido, para ir atrás de todos estos bandidos que se están uniendo, juntando, rejuntando…;;…desde l986 venimos hablando de revolución, de marxismo…primero más tímidamente y después ya más “lanzadas”…¡SOCIALISMO O MUERTE! Es una consigna que cada vez me gusta más, porque cada vez es más cierta: si no hay socialismo, hay muerte ¡de verdad! Por hambre, por desocupación, por fusilamientos, ¡por lo que venga…Tal vez el otro paso luego sea ¡PATRIA O MUERTE”, pero primero creo que tenemos que empezar a levantar ésta.
Cuesta. Duele. La gente dice: “ay, pero las armas…¡Caramba!, con zapallitos no vamos a poder hacer la revolución…
No sé cuanto tiempo va a pasar hasta que la revolución sea verdad.
¡Pero nos tenemos que hacer revolucionarios!..¡A prepararnos para ser revolucionarios, a prepararnos para armar el socialismo, a prepararnos para hablar de combate! Y a prepararnos, también, para usar las armas si alguna vez es necesario”[1]
Dr. Javier Vigo Leguizamón
Apoderado de Arturo Larrabure
[1] 17. Discurso pronunciado por la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe Pastor de Bonafini, en ocasión de dar la clase pública “Cuba y Socialismo”, dictada en la Universidad Popular de las Madres el año 2002
2 comentarios:
quisiera saber mas datos sobre el cabo segundo de la marina Enrique Grimaldi
Sr Larrabure : respeto su dolor ante la muerte de su padre y no comulgo en absoluto con el marxismo , pero una verdad a medias es tan deleznable como una mentira , ya que la verdad no admite matices. En la extensa lista que Ud. publica , repetida en infinidad de otras páginas , he hallado cuanto menos un nombre de represor que figura como víctima cuando , en realidad fue un victimario, un verdugo asesino : el sargento Fagioli , policía tucumano . Este individuo integraba la patota que en la madrugada del 24 de marzo de 1976 , atacó la sede de ATEP , en Congreso y Piedras de la ciudad de Tucumán , asesinando vilmente a Francisco Isauro y Arturo René Arancibia , docentes , patriotas y formadores de argentinos con valores y respeto por la dignidad del prójimo. Francisco recibió alrededor de 100 impactos de bala y Arturo , entre 70 y ochenta. La Gaceta , Nueva Opinión y otros medios gráficos , funcionales a la Tiranía de Videla , Bussi , Menéndez y cía , los caracterizaron como dos malvivientes. Ustedes , los reaccionarios , sean oposición o gobierno K , no podrán falsear nuestro pasado ni vaciar de contenido nuestro futuro . Muchos argentinos sabemos , queremos justicia , paz y verdadera democracia , sin odios ni parcialidades .
rtín Alejandro Chiodi
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